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En este retrato, Nerón es todavía un joven que podría rondar los quince años, pero en él ya se distinguen los rasgos propios del futuro emperador: cejas amplias, ojos hundidos sobre unos amplios arcos supraciliares, nariz ancha con el arranque ligeramente hundido, boca pequeña y barbilla prominente. Su peinado se clasifica dentro del tipo Parma y se caracteriza por la división central del flequillo, formado por largos cabellos. En este caso la datación se fija, además de por la edad en la que el príncipe ha sido retratado, por el tipo de peinado, que habría surgido en el momento de su adopción, pero que mantuvo su vigencia hasta su ascensión al poder en el año 54. Sin embargo, frente a otros retratos de este tipo netamente infantiles, en esta pieza el rostro ha adquirido firmeza, ha ganado en angulosidad y transmite una cierta sensualidad a través del tratamiento blando de las carnaciones. El claro origen provincial que manifiesta el tosco modelado del retrato refleja la amplitud de los apoyos de la facción liderada por Agripina para situar como heredero a Nerón desbancando a Británico, nacido del matrimonio de Claudio con Mesalina (muerta en el 48). Las representaciones del todavía joven Nerón representaron, sin duda, un apoyo fundamental en la intrigas de Agripina. Teniendo en cuenta la damnatio que los retratos de Nerón sufrieron a lo largo del Imperio, los tipos juveniles son quizás los que más se hayan preservado, pues muchos de ellos fueron retocados y transformados para darles otra fisonomía. Los retratos de los jóvenes príncipes aspirantes al poder en la dinastía julio-claudia solían formar parte de pleno derecho en los ciclos públicos estatuarios, que formaron un impresionante repertorio en todo el Imperio. La inmensa mayoría de los espacios públicos como foros, basílicas, teatros o termas, custodiaban imágenes repitiendo los más variados clichés y tipos iconográficos que el culto imperial impuso desde el emperador Augusto. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte